El Salvador Bukele hoy nos devuelve al déja vu colombiano 2006.
Sitúese en la turbulencia más dura que haya vivido a bordo de un vuelo casi hasta el pánico o la peor que haya visto en alguna película que no es igual a estar de cuerpo presente en el avión atrapado en ése caos que amenaza tumbarlo. En ésa situación se adentra Colombia por este tiempo con el infierno de ingobernabilidad en la convulsión de la confrontación gobierno elegido en 2022 en la democracia que tenemos contra la resistencia del establecimiento económico y político que reclama su normalidad alterada por las reformas de cambio del mandato en las urnas.
Los actores políticos de éste pandemónium están en desmadre de pasiones decididos a hacer la vida imposible a sus adversarios de todos los extremos. El ciudadano de a pie despistado, sin intereses de por medio en la reyerta, no sabe hoy que es decente, creíble, confiable y que no en lo público.
El pensamiento binario, primario de los buenos y los malos, blanco o negro, está instalado en los medios de difusión con mayor resonancia, capacidad de ruido para desorientar. Esos medios coptados al servicio del establecimiento contra los cambios estructurales no son la excepción, alguna gente aún los percibe como la normalidad. El periodismo libre, autónomo, se mueve en procesos al margen de la industria mediática tradicional amplificadora del caos. Su incidencia es irrefutable pero no tienen la última palabra frente a la ciudadanía independiente, autónoma con criterio. El país real no es el inducido por la estrategia editorial mediática. Lo dicen las urnas 2022.
El espectáculo deleznable, indeseable e inaceptable de los empleados de la cúpula del Estado en su nómina pública, ramas ejecutiva, judicial y legislativa, en ésa turbulencia de autosabotaje, tiene que cuestionar a fondo al colombiano decente de a pie. Todo ése establecimiento amañado y enroscado en su marrullería está irrespetando la tranquilidad de la gente que apuesta por la dignidad y honradez en su esfuerzo día a día.
Nadie en ésa vindicta de poder se saque en limpio, ningún actor del infierno político las tiene todas consigo. No por ello puede seguir éste desmadre por lo peor que sacan cada vez quienes han desatado esta realidad ingobernable. Deslealtad con la función de lo público es el comportamiento de quienes atizan la hoguera en cada extremo. Como el daño que hacen dirigentes gremiales, caso Cabal de Fenalco, levantando la mano del grotesco y patético cuasi ex fiscal Barbosa en sus estertores de viudo de un poder degradado.
Polarizar pasiones viscerales no es el camino ni tiene que ver con la sana confrontación de ideas, puntos de vista o propuestas de desarrollo de sociedad en equidad con respeto por todos. Una tormenta degradada por el espectáculo de corrupción con marionetas, impunidad al 95% y un establecimiento cargado de anomalías reclamando que todo siga igual en su normalidad acostumbrada, es la vergüenza dirigencial en que transcurre este tiempo con tendencia a peor.
No señores de los gremios, señor Cabal, ser barra brava de ideologías contra la gobernanza de derechos que nos incluye a todos, no es comportamiento ético ni socialmente responsable. Entre los comerciantes decentes no puede ser aceptable su parcialidad ideológica con la camiseta gremial. Se está moviendo ésa conducta en el territorio de los medios y periodismos con orilla ideológica partidista electoral. Cero ética.
El colombiano serio, decente, de respeto, autodeterminación, cero manoseo y engaño, digno en sus ideas y creencias sin dañar nada ni violar derechos, lejos del irrespeto a sus conciudadanos con desinformación manipulación ninguna, debe tomar más distancia y libertad, independencia total de todo este bochorno patético de dirigentes inferiores a la función asumida.
Como en la vida secreta, íntima, el ciudadano serio debe ejercer sus convicciones, derechos, elecciones y preferencias respetables en total discrecionalidad y reserva de manera efectiva. ¿Quién sale con una pancarta o cartel en la frente a contar su intimidad o su capital monetario?. Nadie decente = inteligente. En un infierno así ha de ser con la soberanía libre albedrío de las ideas. Actuar con lealtad, decoro, integridad, sobriedad, discreción. La mayoría de colombianos que conozco, con quienes he tratado son gente cero daño. Cero marionetas dañadas en la codicia del poder descompuesto.
El ciudadano limpio, íntegro, vale la pena vivirlo en la bonhomía de ser colombiano leal. Lejos del pandemonium, cero engaño sin dejar de cumplir responsabilidades. Derechos y deberes. He ahí la esencia dignidad de ser colombiano. CIVIS SAPIENS.
Bukele Maduro
Hoy los ciudadanos salvadoreños van a repetir lo que hicieron soñando redención los electores colombianos en 2006. Se van a saltar su propia norma, la Constitución porque un mesías les promete biblia con mano dura, sometimiento a todo el crimen en su territorio. En Colombia ya sabemos eso cómo termina. En Venezuela en el extremo contrario a Bukele reelegido por aclamación hoy, marcha el régimen de Maduro por el sendero de la autocracia, corrupción degradación de los derechos humanos. Nicaragua ya sabe cómo es eso en extremo.
Toda revolución de cualquier extrema por encima de la ley o al margen de esta en antidemocracia termina en lo mismo. Violación de derechos y violencia. No es para eso que la especie sapiens construyó democracia y derechos durante tres mil años. El tiempo de la historia verá repetir ciclos como el de Bukele, Milei, Trump y Maduro, Ortega al otro extremo. Fácil en política legítima no existe nada y es peor al margen de la ley y derechos. El Salvador no es Bukele, les toca vivirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario