l Mujer y hombre, dos nonagenarios referentes del mundo en la cúspide y los dos polos de la política mundial del siglo veinte desaparecieron en diez días.
l Brillo, luminosidad de tu alma, en tus vueltas al sol a bordo del inquilinato que es el cuerpo temporal que habitas. #Inmortalidad.
Hace tres años antes de la pandemia se encendían las alarmas sobre el epicentro del vertiginoso envejecimiento poblacional que nos llevará a ser una nación de viejos a la vuelta de tres décadas. Estamos rodando en la transición del bono demográfico en treinta años para dejar de ser jóvenes mayoría. El eje cafetero está en el foco de la realidad sociodemográfica con los datos que indican mayores índices de población en edad de vejez, habitantes mayores de 65 años. ¿Cómo van las políticas públicas en el territorio sobre esta transición? ¿Cómo se transforma la cultura y el comportamiento social para la coexistencia en equidad y respeto con los derechos de los viejos? Hora de evaluar en profundidad los primeros efectos de esta ruta y la realidad de quienes viven en Quindío el mayor en edad, Risaralda y Caldas. El eje cafetero es un destino predilecto para el buen uso de retiro laboral, dice el relato.
¿Se van los jóvenes al centralismo y al mundo y sólo regresan a cerrar ciclo productivo y vital en la región? ¿Prevalece la autonomía, vida independiente e inclusión social efectiva de los viejos en esta concentración de mayoría de edad? Lo cierto es que las sociedades sumergidas en el vértigo de la tecnología donde el tiempo dura menos de la mitad por el robo de la atención quemada en las pantallas de los aparatos inteligentes, están rezagando a la mayoría de los vulnerables y excluidos, en primera línea por mayoría de edad, sin eufemismos los viejos. Que ser y decir soy viejo sea digno por convicción. Los chistes flojos con la vejez son un edadismo barato.
Colombia será uno de los tantos países sin desarrollo suficiente hoy con una realidad social en extremo complicada si las políticas públicas para el envejecimiento no rectifican el rumbo de la exclusión y desprotección total que vive la mayoría de las personas con más de 65 años sin haber alcanzado derecho a un ingreso mínimo vital, cero pensión, sustento ni seguridad protección social. Todas las puertas parecen cerrarse para quien vive esta situación, amén de la vulnerabilidad agudizada por el maltrato y desdén que practica el inclemente y deshumanizante sistema socioeconómico global y sus paradigmas implacables de éxito.
Sólo hay sitio para ganadores, quienes lograron palco en el poder con la tarea bien hecha de jugar el juego con todas sus convenciones para recolectar y acumular suficiente en las apuestas del capital. La mayoría absoluta vive la incertidumbre de un sistema pensional que hoy no sabe cómo va a responder por los derechos de los cotizantes que pagan hoy las pensiones de quienes tienen ese derecho, pero que a la vuelta de treinta años que serán menos de veinte en la velocidad de la esclavitud tecnológica y su robo de vida quemada en los aparatos, no se ve como serán cumplidos los derechos de la masa ahorradora pensional, en edad adulta joven y media hoy.
El mundo depredador en franca extinción de la especie sapiens a menos de doscientos años en este ritmo, arrincona cada vez más a los viejos. La pandemia pareció toda contra ellos, prohibido moverse, salir, tocar, no todos con derecho a atención médica como ocurrió en Europa, prioridad salvar vidas productivas, competitivas. Los paradigmas del crecimiento económico, desarrollismo a ultranza, todos juegan contra los viejos. La realidad en entornos y comunidades profesionales, laborales, núcleos familiares, determina unas posturas nada inclusivas, afirmativas ni de respeto justo con los viejos.
Ahora a los veloces jóvenes les dió por derogar todo el saber de la experiencia, las horas de vuelo, los años vividos por los viejos y por cuenta de la inteligencia artificial lo aprendido, practicado y ejercido por los viejos resulta ser caduco. Hay que ver los prejuicios sobre los ministros viejos del nuevo gobierno. Al propio candidato presidencial más viejo en la elección de junio le aplicaron el inclemente edadismo, discriminación por los años acumulados entre él y su madre nonagenaria, caso particular su ayuda directa para la caricatura que hizo el burlómetro nacional.
No está claro el rumbo de la vejez en derechos, seguridad y protección social, vida digna, en una sociedad donde uno de cada dos niños sufre maltrato o abuso, los jóvenes se matan en todas las violencias que hay y los viejos en carencia total de garantías. Los únicos viejos con vida plena, poder y aquiescencia de la sociedad son Sarmiento Angulo, Char, los expresidentes derrotados, Yamid Amat y demás individualidades de poder que no llegan al 0.2 por ciento de la población. Proyecciones de la ausencia de procesos coherentes de desarrollo humano y social sostenible, escritos en las proclamas y declaraciones de la burocracia cooperante en el mundo. Inclusión y equidad habladas y escritas. Nada más.
Luego está la bolsa de los negocios deportivos de donde fueron desalojados los viejos y su dignidad de cultores de privilegios para correr la línea ética del todo vale que los ha llevado a cárcel sin miramientos con edades similares a los tecnológicos.
La ecuación no deja buen saldo por los viejos de la humanidad, los sapiens con mayor acumulado de saber en la especie. Contadas excepciones muestran a los viejos en la cúspide de la pirámide, la masa de la edad mayor está en el limbo, la olla que llamamos en Latinoamérica. ¿Qué hacer en Colombia en esta fase de relevo de jóvenes a mayoría viejos?. Hay que verse en el espejo de Europa viejo mundo.
En los núcleos familiares, entornos vitales inmediatos, es esencial administrar emociones en medio de semejante panorama. Respeto intergeneracional. Ni viejos haciendo reclamos ni jóvenes maltratando y suprimiendo dignidad del saber en los viejos. Cada quien con lo que corresponde.
Escrito por Hernando Ayala M. Periodista Mail disnnet@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario